1. Son
el socio imprescindible contra el cambio climático: las renovables no emiten
gases de efecto invernadero en los procesos de generación de energía, lo que
las revela como la solución limpia y más viable frente a la degradación
medioambiental.
2. Son
inagotables: al contrario que las fuentes tradicionales de energía como el
carbón, el gas, el petróleo o la energía nuclear, cuyas reservas son finitas,
las energías limpias cuentan con la
misma disponibilidad que el sol donde tienen su origen y se adaptan a los
ciclos naturales (por eso las denominamos renovables). Por ello son un elemento
esencial de un sistema energético sostenible que permita el desarrollo presente
sin poner en riesgo el de las futuras generaciones.
3. Reducen
la dependencia energética: la naturaleza autóctona de las fuentes limpias
implica una ventaja diferencial para las economías locales y un acicate para la
independencia energética. La necesidad de importar combustibles fósiles produce
una supeditación a la coyuntura económica y política del país proveedor que
puede comprometer la seguridad del suministro energético. En cualquier parte
del Planeta hay algún tipo de recurso renovable –viento, sol, agua, materia
orgánica- susceptible de aprovecharlo para producir energía de forma
sostenible.
4. Crecientemente
competitivas: Las principales tecnologías renovables –como la eólica y la solar
fotovoltaica- están reduciendo drásticamente sus costes, de forma que ya son
plenamente competitivas con las convencionales en un número creciente de
emplazamientos. Las economías de escala y la innovación están ya consiguiendo
que las energías renovables lleguen a ser la solución más sostenible, no sólo
ambiental sino también económicamente, para mover el mundo.
5. Horizonte
político favorable: las decisiones acordadas en la COP21 han aportado un
torrente de luz al futuro de las energías renovables. La comunidad
internacional ha entendido la obligación de robustecer la transición hacia una
economía baja en carbono por el futuro sostenible del planeta. El clima de
consenso internacional en favor de la descarbonización de la economía
constituye un marco muy favorable para el impulso de las tecnologías
energéticas limpias.
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